viernes, 14 de diciembre de 2007

The Eastern Journey (part 12)



Црна Гора
(Montenegro)





Durante algún punto de la madrugada los señores de las camas de abajo se habrán despertado y como buenos ancianos que les gusta hacer cosas extrañas abrieron las cortinas del compartimiento para dejar entrar la luz.

Por lo tanto, en algún momento entre las 5 y las 6 am la luz del reciente día combinado con el traqueteo del tren me despertó. Mi cabeza estaba prácticamente pegada a la ventada y como tenía la litera de arriba, no había estorbos entre yo y la vista del exterior. Y lo primero que vi al abrir los ojos, fue un profundo y escarpado abismo.

El tren en su camino de Belgrado hacia la ciudad de Bar en Montenegro, que al día de hoy es el país mas joven del mundo, habiendo declarado su independencia el 3 de Junio del 2006, atraviesa la cordillera de los Alpes Dináricos. Ésta cordillera en si es la continuación sur europea de los Alpes que la gente normalmente piensa solamente son Suizos, pero no, atraviesan casi toda Europa.

Los Dináricos y mas especialmente la sección que le corresponde a Montenegro tienen la peculiaridad de ser uno de los terrenos mas escarpados del planeta. Siendo su punto mas alto el monte Durmitor, de mas de 2500 metros de altura. Otra peculiaridad de la cordillera de Montenegro es que posee el segundo cañón mas profundo del mundo después del “gran cañón” de Arizona. Lleva el nombre de Kanjon Tare o Cañón del rió Tara, tiene una profundidad de 1300 metros y mide mas de 82 kilómetros de largo.

Ahora, una cosa de la que no estoy seguro, es exactamente por que parte cruza el tren, porque desafortunadamente era de noche y además venía dormido. Hay dos rutas a tomar, por ende dos posibilidades, una es que sin saberlo haya atravesado Kosovo tranquilamente dormido y hayamos transitado algún punto sur de la cordillera; la otra opción sería que el tren no entrase a Kosovo y atravesara justo por la región aledaña a Durmitor y el Cañón Tara. Cualquiera de las opciones representaba unas vistas increíbles.

Pero dada la condición de tren nocturno, no había mucho que hacer mas que dormir mientras estuviera oscuro y por lo mismo no me enteré de lo que pasaba afuera. Además, yo no tenía idea de que el país poseía aquellos paisajes para empezar.

Pero bueno, por fortuna los viejos habían abierto las cortinas y me encontraba ahora cara a cara con un cañón impresionante, por cuyo fondo corría un rió de agua tan azul que a momentos parecía blanca. Había secciones en las que era mas que evidente que eran rápidos, por lo que es alta la probabilidad de que en efecto haya sido el río Tara.

El tren, uno de los mas pintorescos del mundo sin temor a equivocarme, corre por laderas de montañas y despeñaderos en los que no tengo idea de cómo se les fue a ocurrir construir las vías ni como le hicieron. La mayoría de las veces está tan a la orilla, que para atravesar secciones de los montes corta a través de una increíble cantidad de túneles, algunos de varios kilómetros de longitud. Entre túneles, el paisaje predominantemente montañoso y lleno de bosque no hacía otra cosa mas que sorprender. El cielo era extrañamente claro y azul y contrastaba con el gris de la roca y los árboles que las poblaban y allá abajo a una distancia que a mucha gente supongo provocará el peor de los vértigos, un salvaje río espumoso que chocaba entre rocas y a momentos caía por pequeñas cascadas.

Yo aún no me movía de la posición en la que había despertado. Ni siquiera tuve las ganas de voltearme un rato para tomar la cámara y grabar lo que estaba viendo. En mis 30 segundos de egoísmo, me dediqué la fortuna de ver esos majestuosos paisajes solamente a mí, además, no estaba seguro si después del siguiente túnel lo seguiría viendo. Así que no aparté la vista por un segundo de aquella ventana.

Hasta que claro, llegó un túnel en el que la longitud y curva daba por entendido que nos alejábamos del cañón. Durante esa oscuridad tan profunda y con el ensordecedor ruido del viejo pero masivo motor de la locomotora amplificado por el eco del túnel fue apenas cuando pude procesar todo lo que había visto durante la última media hora a lo mucho y no pude evitar pensar la pena que es haberlo pasado de noche.

Sin embargo, al salir del túnel, el paisaje había cambiado tanto y era tan similar al que había visto casi al anochecer en serbia que me volvió a hipnotizar. Bosques profundos sobre montes escarpados y de violentas caídas, Montes tan altos que a la distancia se cubrían de bruma o de las pocas nubes bajas que había en aquel día.

De esa forma, cuando menos lo esperaba, el tren llegaba a una estación literalmente en medio de nada. De no haber sido por el custodio de los boletos que entró al compartimiento a avisar que habíamos llegado a Podgorica, jamás se me hubiera ocurrido bajarme. Pero sobre aviso, tomé mis cosas rápidamente y me bajé del tren.

No muchas personas se bajaron en aquella estación. El destino final del tren era la ciudad de Bar, que desde aquellos días en los que Montenegro era parte de Serbia era el lugar favorito de la gente de las ciudades para ir a vacacionar. Pero para mi, quedaba en la dirección contraria a la que tenía planeado ir, a menos que mi intención fuera cruzar Albania en camino a Grecia, lo cual por el momento no era así.

Al poco tiempo de haber bajado del tren y mientras yo aún trataba de entender que estaba haciendo y donde carajos estaba, éste se puso en marcha; dejándome por completo a lo mío en aquella estación tan extraña y vacía.

En realidad no tenía la mas mínima idea de que hacer o a donde ir. Al parecer el tren paraba en una estación a las afueras de Podgorica, ya que siendo la capital del país, no creo que todos los que lleguen por tren lo hagan por un lugar tan aparentemente alejado de toda civilización. Por un momento fue alarmante porque no tenía idea de cómo llegar entonces a la estación de autobuses para preguntar por la manera de llegar a Dubrovnik. Pero como no había otra dirección para tomar mas que fuera de la estación, me dirigí hacia allá.

Cuando salí, bien podría haber estado en cualquier parte rural del mundo. Había una calle muy pequeña y enfrente, árboles. A la distancia se veían algunas casas, no mucho desarrollo y nada en absoluto de construcciones altas. El paisaje seguía siendo predominantemente montañoso y verde, muy irregular y desnivelado. Pero aquel pueblo en el que estaba, parecía como si lo hubieran mandado nivelar artificialmente ya que todo se veía llano y lineal; vacío, de no ser por la vegetación.

Sin embargo, había un par de taxistas, que en cuanto me vieron salir de la estación con mi mochila y cara de desorientado me abordaron queriéndome llevar a alguna parte. Uno no hablaba en lo absoluto inglés y desertó cuando le dije I dont understand, el otro tampoco lo hablaba pero le hizo el intento. Le pregunté por Dubrovnik y con un gesto y una amplia sonrisa me invitó a su carro, un mercedes diesel 90 a lo mucho color plateado. Sacó un mapa y me mostró mas o menos donde estábamos, luego, hablando en serbio supongo, trazó una ruta con el dedo a través de lo verde y las montañas del mapa en dirección hacia al mar y después eventualmente hasta Croacia.

–¿how much? -Le pregunté.

A lo que el contestó –aaah, very cheap. I pay me 150 euros!

Dado que no solo no tenía aquella cantidad millonaria que el pobre hombre requería, sino de que era mucho mas de lo que había gastado combinando TODOS los trenes que había tomado desde mi salida de Praga. Me reí un poco y le dije –man, that is just way too much, are you crazy?

El me quiso explicar de alguna forma mientras me jalaba hacia el carro y abría el maletero para meter mi mochila y sellar mi perdición, que estaba en medio de la nada, que Croacia quedaba mucho mas lejos de lo que yo parecía creer y que la única manera de salir de ahí era en carro. No había hoteles, no había hostales y el siguiente tren llegaría quien sabe cuando. Ni siquiera era seguro que llegara otro en 2 o 3 días.

Eso me impresionó un poco, tengo que admitirlo, sin embargo aunque le creyera o aunque quisiera, no tenía 150 euros pero ni en fantasía. Entonces le pregunté -¿Bus station?

El sonrió y dijo –aaaaah ok ok! I take you bus! Give 5 euro

Sorprendido por lo repentino y drástico del cambio de precio, supuse que la estación estaría muy cerca. Le dije que gracias y me abrí de ahí. Para esto, había otro hombre sentado cerca viendo toda la conversación con la sonrisilla típica de aquel que ve a una persona totalmente perdida tratando de verse normal. Me aproximé a el y le pregunte -¿Bus station?

Levantó la mano y señaló la acera de enfrente. Yo no entendía y le preguntaba “bus, bus” haciendo las manos como manejando y dibujando cuadritos en el aire, el solo hablaba en algo extraño y señalaba enfrente. No entendí muy bien pero para no verme imbecil le dije gracias y crucé la calle, caminé unos 25 pasos hacia la esquina y ahí, detrás del muro con vegetación que se veía desde la salida de la estación del tren, estaba la terminal de autobuses.

El maldito taxista me quería cobrar 5 euros por cruzarme la calle. Pensé qué hubiera pasado si hubiera aceptado. ¿con que cara me hubiera cobrado después de encender el carro, avanzar 10 metros y apagarlo?

Me sentí profundamente aliviado por espacio de 3 minutos, hasta que llegué a la estación tan extraña y mayormente vacía. Nada en lo absoluto estaba en algún idioma descifrable y claro, todo en cirílico. Era evidente que nadie hablaba inglés y había un problema grande. No sabía exactamente a donde tenía que ir.

Así que me aproximé a la primer ventanilla que había frente a mi y en un inglés malo y roto que ya había perfeccionado para recibir mejores respuestas, le pregunté -¿Herrr tiKET DubrovNIK?
Aunque no lo crean, el comunicarse con ellos en un idioma que al parecer para ti es igual de complicado que para ellos, hace que se sientan mas cómodos con el hecho de no hablar nada mas que serbio. Ademas, recuerda que no les tienen mucho cariño a los Americanos entonces no es lo mas acertado llegar hablando como tejano esperando que todos te entiendan porque es su obligación.

La tipa, amablemente muy a su manera, me contestó simple y llanamente –No Dubrovnik!

Me quedé con cara de “what” y medio intenté dibujar mapitas en el aire y preguntar como llegaba ahí. Me contestó una vez mas –Here no Dubrovnik. No Croatia, only here.

Medio entendí lo que quería decir. No había manera de llegar directamente desde ahí. Asi que le pregunté, -¿Qué es lo mas pinche lejos que me puedes mandar?

-Kotor! Kotor! 6 euro, 8 am, give 6 euro!

No tenía pinche idea que era Kotor, pero por lo menos el numero 8 lo entendí.

Le pagué 6 euros y produjo un rudimentario boleto y me dirigió a las dársenas, pregunté que numero y me dijo –outside, outside!

Al parecer le gustaba repetir las cosas 2 veces, pero bueno, salí pensando que me confundiría buscando mi autobús. Sin embargo, algo que aprendí en ese momento es que a veces no hay que preguntar tanto. Solo hay que tomar tu pinche boleto y salir a ver que ves.

Porque en aquel lugar, solo había como 4 espacios, en los cuales no había nada, mas que una van larga de esas de muchos pasajeros en uno de ellos. Supuse que mi “autobús” llegaría después. Sin embargo, cuando empezaba a hacerse peligrosamente las 8 am, pregunté al guardia señalando mi boleto. El sólo apuntó hacía la van a la que le estaban metiendo algunas maletas y a la que se estaban subiendo unas 4 o 5 personas.

Así que ese era mi autobús, -pensé. Fui hacia ahí y les di mi maleta, la compactaron en la parte de atrás y me dirigieron a la puerta. Al subir no me pareció tan mal y fuera de que realmente no sabía a donde iba y que no sabía si Kotor era el nombre de una ciudad o el camión o simplemente quería decir vete! no tenía muchos problemas con el transporte. Además iba bastante amplio porque iba casi vacío.

Pero oh! Por ahí de las 8:00 con algo, tomamos camino y durante varios puntos, se iba deteniendo para subir mas gente. En algún momento se subió una señora que olía lo suficientemente mal como para dar a aquel transporte el pintoresco olor a tugurio que normalmente se relaciona con los colectivos. Lo bueno fue que se bajó en otro punto aún dentro de lo que supongo es la ciudad de podgorica, a la que realmente nunca entendí ya que la veía muy subdesarrollada.
En uno de los últimos puntos de recoger gente, se subió un grupo de Montenegrinas muy pero muy atractivas, de esas mujeres de rasgos oscuros con ojos claros que contrastan tan bien. Físicamente eran un viaje y olían perfectamente bien, así que el viaje no sería lo que la primera impresión me había dado.

Claro, en la última parada se subió un señor que no olía a fiesta pero bueno, supongo que eso de los olores es algo muy normal en este tipo de viaje.

El paisaje era muy interesante, muy montañoso con amplios valles donde se veían asentamientos humanos, siempre rodeados por mas montes de un fuerte color verde. Yo seguía impresionado por la belleza del panorama de Montenegro y ni siquiera tenía idea de lo que estaba por ver, ya que por ahí de las 9 y tantas de la mañana, después de un par de subidas y bajadas en la que desde nuestra posición bastante elevada, podía anticiparse nuestra llegada al mar. Por lo menos, después de tanto recorrido y sin saber realmente a donde iba, estaba frente a mi mas o menos a media hora de distancia el Mar Adriático. Mas o menos por esa hora también, hacía algunos minutos que había empezado a llover, primero muy leve y pintoresco, después bastante fuerte y tomando en cuenta lo curvo y desnivelado de la carretera, hasta peligroso. Pero como fuera, le daba el toque a Montenegro, yo no podía irme de ahí sin una buena lluvia.

Cerca de las 10 de la mañana, estando en lo que suponía era el punto mas alto del universo ya que llevábamos casi una hora en constante ascenso, después de una curva inesperadamente salió a la vista el mar y a su orilla entre montañas que formaban una bahia, una ciudad de casas blancas y techos rojos. El cielo comenzaba a aclararse de las gruesas nubes grises que nos habían acompañado por todo el camino y ya casi no llovía. Yo estaba extasiado con el panorama.

Dado que no tenía idea de donde estaba o a donde iba, lo tomé como una oportunidad para hablarle a las impresionantes bellezas que iban en la parte de atrás. No sabía si hablarían inglés pero muy quitado de la pena me dirigí a ellas y después de un Hello con una sonrisa les pregunté -¿is this Kotor?

Dos de ellas por su expresión no entendieron mas que Kotor, sin embargo la de la orilla derecha, la mas guapa desde mi punto de vista me contestó muy alegremente –Nooo, this is Budva. We go here. You go Kotor?

-Yea I go Kotor! –contesté- is it far?
-No far –contestó- here very close, Budva is beautiful city. Kotor is beautiful city as well…

Y así, por espacio de un rato en lo que el pequeño bus bajaba la cuesta, platiqué de banalidades muy básicas gozando de aquel inglés roto tan sensual en el que ella contestaba mis preguntas. Las otras dos amigas solo se reían cuando ella ocasionalmente les traducía alguna de las cosas chistosas que se me ocurría decirle y por un momento traíamos un parisón. Después, llegamos finalmente a nivel del mar y al tráfico mas increíble que había visto hasta el momento, para entrar a la ciudad de Budva. Ellas se bajaron una vez que entramos a la estación junto con la mayoría de la gente, se despidieron de mi deseándome suerte y se perdieron entre la gente.

Finalmente cerca de las 11:30 de la mañana, logramos salir de la ciudad y su tráfico infernal. A pesar de que en efecto la ciudad se veía muy interesante para vacacionar y tenia unas playas impresionantes, el trafico de aquel día, que al final me enteré que era por unas calles que estaban cerradas y bajo reparación, así como un trailer descompuesto en una de las salidas bloqueándola no me dio oportunidad de apreciarla en todo su esplendor “no estresante”.

Cuando volvimos a tomar carretera, esta vez siguiendo la costa, vi una serie de playas de una belleza tan absoluta como no había visto antes. Para mi las playas son el destino mas orgásmico que hay y tengo una manía por conocer las mas que pueda para así crear la lista definitiva de las mas hermosas del mundo. Hasta el momento, había visto algunas muy impactantes, empezando por las clásicas de Mulegé en Baja California, las de isla Culebra en Puerto Rico, Magens Bay en St. Thomas USVI e Eagle Beach, en Aruba, siendo esta última el top de mi lista hasta el momento por sus arenas blancas e imposiblemente finas, como talco casi. Por no mencionar lo obvio de la belleza sublime de sus aguas.

Sin embargo, aquellas bahías de nombres extraños de las cuales solo pude tomar una o dos fotografías bastante malas y poco ilustrativas, me habían impresionado completamente. Había oído que la costa Dálmata tenía las mejores playas del mundo y eso me había dirigido inconscientemente hasta ahí. Y viendo eso, me sentía totalmente victorioso por haber logrado llegar.

Pero el pequeño bus empezó a tomar hacia tierra adentro y en dirección hacia una montaña, lo cual no entendía mucho y me creaba algunas dudas ya que mientras estuviera en la costa, Dubrovnik estaba en línea recta hacía arriba, pero otra vez nos metíamos en la profundidad de Montenegro y hacía la cordillera. Eventualmente llegamos al pie de la imponente montaña bajo la cual había un túnel construido con el fondo de desarrollo de la Unión Europea (asi decía el cartel de la entrada) y por lo visto, era bastante nuevo.

La longitud del túnel era mas o menos de 2 kilómetros y lo recorrimos relativamente rápido, lo que había a la salida no es fácil de describir con palabras…

La ciudad de Kotor es relativamente pequeña y se encuentra ubicada en el extremo mas lejano del Golfo de Kotor, éste, es considerado mas un fiordo por algunos pero en realidad es mas un estuario o una ensenada, solo que la mas grande de Europa. Como quiera que sea, para llegar a la ciudad, antes del túnel que atraviesa por la montaña, tenías que tomar una carretera extra sinuosa a lo largo de la bahía (misma que habría de tomar después para seguir con el camino).

La ciudad está localizada dentro de la quintaesencia de los panoramas mediterráneos. El golfo esta rodeado totalmente por montañas, sobre estas montañas, hay fuertes y remanentes de viejas murallas, ya que el pueblo antiguo puede trazarse hasta el año 168 AC. Sin embargo, la mayoría de las construcciones aún en pie en las montañas, así como su pueblo antiguo, que es uno de tantos sitios declarados por la UNESCO como patrimonio de la humanidad, data de fechas tan exageradas como el 840 o como en una de las iglesias que hay dentro del casco antiguo, desde el 1100. Por ahí del 1400 la ciudad estaba bajo el control del imperio Veneciano, lo que le dió la arquitectura que aún se conserva y por lo que se hizo famoso el pueblo.

En descripciones se puede entender mas o menos, incluso viendo las fotografías te puedes dar una idea. Sin embargo estar ahí es una experiencia totalmente distinta. Porque como lo mencioné antes, lo pintoresco del paisaje es tan exageradamente bonito que ni siquiera cae en clichés por lo único y raro que es. Es el típico “lago” bordeado por montañas y con casitas en las faldas pero con un “twist” medieval.

Al llegar en carro, lo primero que notas son las imponentes montañas de piedra caliza que son de la misma cordillera que el monte Durmitor, por lo mismo comparten las mismas características orográficas que la gran montaña. Mayormente el color grisáceo y lo rocoso sombreado de verde. Sobre estas, muchas construcciones ancestrales, medievales y castillos y demás ruinas, crean una vista ante la cual cualquier fan de los paisajes míticos del señor de los anillos se haría caca.

Yo, al ver las ancestrales murallas delinear la montaña frente a mi, me causó una impresión afirmante, simplemente me cagué. Definitivamente tendría que ir a ver eso mas de cerca. Así que llegando a la rudimentaria estación de autobuses lo primero que hice fue ir a preguntar a ver si existía manera de llegar a Dubrovnik, ya que de lo contrario, este sería un “dead end” en el camino y tendría que regresarme a dar la vuelta por Budapest si quería llegar a Croacia. Lo bueno, es que tal exageración no fue necesaria porque en efecto, había un autobús a las 3:00pm que me llevaría finalmente ahí por la módica suma de 16 euros. Eso me dejaba con 3 horas para explorar el diminuto pueblo, lo que era en mi opinión suficiente tiempo para explorar y seguir con el viaje, así que compre el boleto, dejé mi mochila en “consigna” que era mas bien un closet en las oficinas de la compañía de autobuses y me tiré al turismo.

Caminando por la orilla de la bahía no podía mas que sorprenderme ante lo imponente del paisaje, había muchas mas nubes de lo que me hubiera gustado, ya que con la claridad de un cielo azul se hubiera visto mucho mas pintoresco. Aunque aún me debato sobre si lo gris del cielo también contribuía al aire medieval y ancestral de las montañas. Habría que ir dos veces sobre diferentes circunstancias climáticas para comprobarlo.

Sin saber hacia donde y caminando por inercia, llegué al centro antiguo. Éste es realmente antiguo y esta increíblemente preservado a pesar de haber sido parcialmente destruido tantas veces por tantas guerras y terremotos por espacio de 1000 años. El pueblo está amurallado y en algunas partes tenía una fosa alrededor que supongo en algún momento llenaban de cocodrilos o algo así que diera miedo porque no se veía muy profundo que digamos. Por lo mismo, la entrada es a través de un puente en uno de los lados, que fue por donde entré. Una vez adentro te llevas la sorpresa de que es en efecto un museo viviente en toda la extensión de la palabra, ya que la gente vive ahí en las casas y usan las iglesias y las plazas y todo como lo han hecho por tanto tiempo. Claro, el área de la plaza central ya cuenta con restaurants con terrazas y cafés con silloncitos cómodos, que a pesar de que pueda creerse que afectan el panorama, no lo hacen, de hecho se siente hasta chingón.

Todo tu alrededor en ese momento está construido en piedra al estilo barroco-veneciano, las calles son estrechas y se entrelazan por todas partes creando un verdadero laberinto y algunas callejuelas conducen hacia las entradas a las escaleras que te llevan a la cima del monte Orjen, mismas que puedes tomar y escalar a tu gusto por 2 euros. Yo ni siquiera la pensé a pesar de que claramente se veían como un chingo de escaleras y un montón mas.

Sin embargo, las escaleras tenían una deuda pendiente conmigo desde el fiasco de Mont Morency en Québec un año atrás. Así que tomé en dirección a la entrada mas interesante y compré mi entrada. -Es una hora para llegar a la cima y otra para bajar –me advirtieron- no llevas agua?
-No, -contesté- pero soy chingón (eso último solo lo pensé).
-Deberías de llevar agua eh, solo avisamos…-me replicaron misteriosamente.

Así empecé una escalada de una hora sin parar. No cometí la locura de contar escalones porque me hubiera traumatizado. Simplemente era demasiado, sin embargo, el panorama valía mas que el esfuerzo. Después de subir los primeros escalones rodeados por vegetación crecida fuera de control, empiezas a ver las fortificaciones que alguna vez se vieron pobladas por guardias. Después, ante ti la masiva muralla se eleva por sabrá cuantos cientos de metros sobre ti. Dentro de ésta, cientos de escalones hechos de piedra te conducen serpenteando por la montaña hasta la cima que desde la base, se ve tremendamente lejos.



Y así llegas a ciertos puntos de lo que supongo eran para los vigías o los cañones y puedes apreciar las vistas panorámicas del pueblo, las montañas y el golfo que se extiende hasta la distancia y se pierde en la curva de otra montaña. En ocasiones entras a lo que supongo habrán sido fortalezas y así se continúa a lo largo de una hora hasta que eventualmente llegas a la cima, dejando tu hígado algunos cientos de metros mas abajo.

La vista desde la cima es impresionante, aunado con el recientemente adquirido sentimiento de supremacía que conlleva el escalar una montaña crea un momento de reflexión y autorrealización que bien vale los 2 euros y el cansancio de subir.

Detrás de la montaña continúa la cordillera y se pueden ver construcciones a lo largo de varios montes más. Solo que aquellos están mucho mas derruidos y no parecen tener acceso a la gente actualmente.

Es fácil perderse un rato en el panorama, mientras recuperas la vida que se queda en las escaleras. Hay un aire histórico y épico que rodea a todas las construcciones sobre las que estas parado, un cierto misticismo creado por todo lo que pudo haber pasado en los 1500 años que probablemente tiene el borde sobre el cual te paras para mirar hacia abajo. Inevitablemente viene a ti ese sentimiento de saber que no estás en cualquier parte, que realmente estas poniendo pié en algo mas cabrón y mas en serio.

Y a pesar de estar tan cómodo regodeándote ante tu magnificencia de escalador de murallas ancestrales, llega el momento de tener que emprender el descenso, ya que este toma cerca de una hora también. Y desde mi punto de vista está hasta mas complicado por el impulso que llevas en la bajada y la poca fuerza que te queda en las piernas después de subir todo eso.



Eventualmente llegué de nuevo a la base y seguí mi visita por el pueblo, fui a ver la iglesia construida en el 1100 y me sorprendió lo bien conservada que está y el hecho de que actualmente cumple la misma función con la que fue hecha hace mas de 900 años. Después salí y ronde por las orillas del lago viendo los yates y veleros. Unos eran realmente grandes y evidentemente caros, otros eran solo pequeños botes recreativos. Todos se veían bastante entretenidos para mi.

Así llegó la hora de regresar a la Terminal de autobuses y en el camino compré mi parche de montenegro, una coca en lata y un par de botellas de agua ya que moría de sed como me lo garantizaron los tipos que cobraban por subir la montaña. Con eso, ponía fin a mi capital en euros y quedaba por completo en la reserva de los 50 dolares de Aykut. Con eso seguramente podría pagar la estancia y una que otra cosilla así que por el momento el viaje continuaba sobre ruedas…

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